Ética para Amador - F.Savater



Fernando Savater, en su “Ética para Amador”, nos presenta tres conceptos fundamentales y transversales a lo largo de esta obra. Estos conceptos son: Libertad, Ética y Política.
Someramente, libertad, podemos definirla como una facultad exclusiva del hombre que le otorga la posibilidad de elegir su manera de actuar.
Ética, por otra parte, se erige como el conjunto de normas que rigen nuestra conducta.
Por su parte, política la definiremos como la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.
De esta manera el autor nos plantea lo siguiente:
Existe algo que es connatural al hombre, a saber, que definitivamente hay cosas que le convienen y otras que no, este saber es imprescindible, como por ejemplo algunas ciencias que se estudian por interés o por aprender destrezas. De este modo a todo lo que a mí me convenga lo calificaré de bueno y a todo lo que se aleje de ello, lo llamaré malo. Esto en lo referido a la acción conmigo mismo. Ahora bien, en el ámbito social y en las relaciones humanas esta clasificación previa se vuelve relativa y discutible. De este modo el individuo se va forjando a lo largo de su experiencia, tanto individual como socialmente.
Esta facultad, entendida como voluntad de, es lo que nos diferencia del resto de los animales, pues, si bien es cierto, tenemos cierta base en común con el reino animal y es aquella búsqueda de satisfacción de las necesidades más básicas (biológicas), también tenemos una diferencia fundamental respecto de aquellos, pues poseemos el libre albedrío.
Ahora bien, el actuar del hombre se enmarca dentro de una programación social, en modo amplio, y cultural, en modo específico. La sociedad y/o la cultura impelen al hombre a actuar de determinada manera. Sin embargo, a pesar de este condicionamiento conductual que ejerce el medio sobre el hombre, éste tiene aún la facultad de decir “no”, y actuar conforme su conveniencia. Bajo este respecto, Savater hace la salvedad de que podemos encontrar dos condiciones de la libertad, a saber:
· No podemos elegir lo que nos pasa pero sí la manera de enfrentar aquello.
· Tener la libertad para elegir algo no conlleva su consecución efectiva.
De este modo el hombre puede preferir ciertas cosas o ciertas reacciones por sobre otras. Y dentro de cada decisión y posterior acción de la conducta, hay oculto un motor que abraza la acción de principio a fin. Este motor es, lo que Savater llama, el motivo. El motivo, como aquello que subyace nuestra acción, puede venirnos de diferentes maneras. Así se nos presentan como motivos (de decisión y acción):
· Las órdenes
· Las costumbres
· Los caprichos
Así, las órdenes y las costumbres se manifiestas como motivos heterónomos y los caprichos, que en estricto rigor no son un motivo, se manifiesta como motivo autónomo.
No obstante, más allá de las distinciones que podamos hacer de la motivación para la conducta, aquella se erige como la explicación principal para entender nuestra conducta. Las órdenes y las costumbres nos impelen al movimiento según la recompensa o el castigo que recibamos del actuar de determinada manera; y los caprichos se erigen como surgidos en cada cual.
De modo general, nuestras acciones son determinadas tanto por las órdenes como por la costumbre. Sin embargo, llega un momentos en que ambas motivaciones no son suficientes para nuestro actuar, pues frente a determinada decisión, ni las órdenes, ni las costumbres ni los caprichos pueden ser buenos consejeros. De este modo, otro actor entra en escena. Este es la conciencia o razonamiento. Así, frente a cualquier decisión, el hombre debe hacer uso de esta capacidad de conciencia para decidir y posteriormente actuar de manera consecuente. Pues, la elección es lo único que no podemos ignorar, constantemente estamos obligados a ella.
En otro punto, Savater nos plantea la existencia de un grupo, dentro de la sociedad, del cual no sería grato ser parte. Este subsector lo llama “imbéciles”. Entiende esta palabra, tomando en cuenta su etimología, como aquellos que, en sentido figurado, cojean. Cojean del espíritu y de la voluntad aquellos que:
· El que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual
· El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se presenta
· El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Todo lo que hace esta dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
· El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se ha engañado a si mismo sobre lo que es la realidad, se despista enormemente y termina confundiendo el buen querer con lo perjudicial.

Así también nos plantea la receta para salir de esta imbecilidad, esta características viene de la palabra bastón, lo que significa que una persona imbécil es la que necesita bastón para caminar. Además nos dice que para tener conciencia moral y autonomía al actuar, debemos:
· Saber que no todo da igual porque queremos realmente vivir bien, humanamente bien.
· Estar dispuestos a fijarnos en si lo que hacemos corresponde a lo que de verdad queremos.
· A base de práctica, ir desarrollando el buen gusto moral, de tal modo que haya ciertas cosas que nos repugnen espontáneamente hacer.
· Renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por tanto razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros actos.

Además hace alusión al famoso Robinson Crusoe, personaje que vive solo en una isla y que al ya estar bien establecido en ella, se da cuenta de que no está solo, hablando de que encontró pruebas de que existen otros humanos en la isla, lo cual le causa un problema, y que surgen dudad sobre lo que tendrá que hacer. El autor nos habla sobre el tipo de relación que él está pensando tener con el otro humano, sin importar por el momento la forma de ser de este. Para tratar con otro humano se tiene que tratar a este como tal sin importar su pasado, ya que él puede desarrollar y hacer lo mismo que cualquier otro ser humano, pero al existir la imitación, actividad que todos los humanos hemos hecho alguna vez, es la característica que nos ha venido estableciendo la forma de vida del hombre a través de las costumbres, costumbre que no harán seres buenos o malos, establece que el ser malo no es un factor de estar viviendo una buena vida ya que la persona que es mala a su vez es desgraciada, esto por diferentes motivos, los cuales son personales. Pero al tener que seguir tratando a estas personas como humanos, tenemos que ponernos en su lugar, para poder comprender por qué esta clase de personas actúan así, viendo que también tienen sus intereses y objetivos para tomar decisiones, como para establecer que es lo que la demás gente debe de esperar de esta clase de personas.


Define además define términos importantísimos como la inmoralidad, al cual se le pueden dar otros significados como el que típicamente se establece como el sexo en películas, forma que errónea de utilizar este término. No dice que el sexo se considera algo malo ya que la sociedad a través del tiempo ha establecido como algo que impide que el hombre pueda seguir haciendo lo que hace en días normales. Este placer no es el único que hay para ser feliz sino que existen otros los cuales pueden variar dependiendo de la forma de ser y pensar de la persona frente a ciertas actividades que a esta le gustan mucho, esta clase de placeres, en general son los que nos hacen que tengamos más ganas de vivir. Pero la mayor felicidad o producto de desarrollar esta es lo que se define como alegría, conceptos que también son diferentes para cada persona dependiendo del criterio y forma de vida de esta.
Por último se habla de la mala fama que tienen los políticos, pero el autor al define como que es la fama que tendría cualquier político y que es la característica que tendía el pueblo en general sin importar quién sea el que esté desarrollando determinado puesto, el autor nos dice que un político llega a ser político porque es alguien muy parecido a la sociedad. Esto nos hace responsables de todo lo que pasa con el gobierno ya que dentro de la Ética, esto se lleva a cabo a partir de una elección la cual conlleva una decisión, por medio de la cual esperamos obtener lo mejor para nosotros, o sea, un bien.
Este libro abarca distintas temáticas desde el punto de vista del autor que hacen al lector interesante dada la cantidad de diversos temas del ámbito cotidiano y describe desde el lado simple de las cosas la interpretación de ellas, abarcando contenidos éticos que mucha veces no nos percatamos que existen.


Claudia Quiroz Calderón





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece al menos irónico que la enfermera Maite Hernández Serey se refiera a la ética, creo que es una palabra que le queda muy grande. Dudo que alguna vez la haya entendido.
Sinceramente ella no tiene idea del siginificado de la ética.
Tampoco sabe nada del respeto por los matrimonios ajenos, o de su propia dignidad de mujer, sólo espero que con los años aprenda a ser una buena persona....ahora no lo es