- Libia condenó a muerte a cinco enfermeras búlgaras acusadas de contagiar SIDA a 400 niños

La misma pena recayó contra un médico palestino. Los seis habían sido condenados en 2004, pero un Tribunal ordenó revisar ese juicio en 2005 y ahora otro confirmó la sentencia. El gobierno de Sofía emplazó al de Trípoli a no concretar las ejecuciones y aseguró que no se tuvieron en cuenta pruebas "indiscutibles".

Los 6 "PROFESIONALES" condenados a la pena de muerte por un tribunal de Libia que los encontró culpables de haber infectado deliberadamente de sida a más de 400 chicos, en un caso que despertó airados reclamos y profundas críticas desde Bulgaria y la Unión Europea (UE).

Los seis acusados habían sido arrestados a principios de 1999 y condenados a muerte en mayo de 2004, pero un tribunal superior anuló la sentencia y ordenó revisar el juicio por presuntos fallos procesales. El nuevo proceso se inició en mayo pasado y hoy se conoció la sentencia. Inmediatamente, los condenados fueron sacados de Trípoli.

Afuera del tribunal había miembros de un centenar de familias de niños infectados que reclamaban la pena de muerte. De los más de 400 infectados, al menos 50 murieron. El caso también había tenido una amplia resonancia en Bulgaria, donde hubo marchas a favor de la absolución de las enfermeras.

La fundamentación de la condena recién se conocerá en un mes. Desde entonces, la defensa tendrá otros 30 días para apelará la condena ante el Tribunal Supremo de Casación.

Desde Sofía, el presidente del Parlamento búlgaro, Georgi Pirinski, calificó al fallo de "absurdo", exhortó a que no se lleven a cabo las ejecuciones y se quejó de que en el juicio "no se tomaron en consideración las indiscutibles pruebas jurídicas" sobre la presunta inocencia de los profesionales. El canciller búlgaro, Ivailo Kalfin, calificó la condena de "decepcionante" y dijo que buscará "el regreso de las enfermeras a sus hogares".

Durante el juicio, algunos expertos extranjeros aseguraron que los casos de sida denunciados habían surgido antes de la llegada de las enfermeras búlgaras al hospital en el que se registraron. Algunos observadores, también extranjeros, afirmaron que el médico y las enfermeras fueron usados para encubrir la negligencia de las autoridades sanitarias libias.

Las enfermeras búlgaras condenadas en Libia, indultadas nada más aterrizar en Sofía

El comunicado de la presidencia de la República francesa señala: "El presidente de la República de Francia, Nicolas Sarkozy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se felicitan del acuerdo que ha permitido la liberación y el retorno a Bulgaria de las enfermeras búlgaras y el médico palestino".

La Unión Europea anunció la visita de ayer en un comunicado en el que la consideraba "como parte de los esfuerzos de la puesta en libertad de los seis cooperantes".

"La Comisión Europea espera que esta situación, que es tan dolorosa y duradera, pueda ser resuelta con un espíritu humanitario", añadió el escrito.

La Justicia Libia conmutó la pena de muerte de los seis acusados por cadena perpetua. De esta manera, se abría el camino para que los seis pudieran volver a sus países de origen gracias a un acuerdo de intercambio de presos de 1984.


Comentario

La primera impresión que nace al leer estos artículos es de asombro, enojo e impotencia. Asombro por conocer que cuatrocientos niños fueron infectados con el virus VIH. Enojo porque no se evitó esta tragedia e impotencia por no estar en el lugar de los hechos y demostrar el gran descontento. Además, según lo leído, cincuenta niños ya han fallecido víctimas del SIDA, lo cual aumenta más el carácter macabro de la situación.

Como todo proceso delictivo, debe existir un culpable. En este caso, se culpó a cinco enfermeras, un médico y seis sanitarios, por su cercanía con los niños y la administración diaria de medicamentos. Todo parece claro y resuelto. Pero queda un sentimiento de sorpresa al tratar de comprender cómo pudieron cometer ese acto, en el caso de que fuera intencional, y si no, cómo pudieron pasar por alto las normas básicas de higiene y cuidado aprendidas en aulas y salas de hospitales por muchos años. Un niño infectado podría ser común (aunque no aceptable), pero cuatrocientos es una masacre infantil.

En nuestro mundo occidental, el derecho a la vida y su preservación está ligado a principios éticos, morales y religiosos. La vida por si misma es valiosa, independiente del dinero asociado con esa vida, posición social o color de piel. Es valiosa porque existe, y los castigos relacionados por cualquier atentado a ella son graves, paradójicamente, con la muerte en la mayoría de los casos.

Si la razón de esta tragedia fue la intención deliberada de los profesionales, como lo decidió el juzgado libanés, entonces estamos frente a uno de los actos más crueles de la historia. Son por tanto personas carentes de todo apego por la vida, de respeto hacia la vida del prójimo y de estabilidad mental. Sería una reunión bizarra de mentes enfermas que puestas de acuerdo realizaron una matanza completamente consciente. Tiraron a la basura sus juramentos de salud, sus compromisos que de por vida prometieron defender, sus valores se tornaron en violencia, dejando a familias sin futuras generaciones. Libia los condenó a muerte, aludiendo pruebas irrefutables de su participación intencionada en los hechos. La Comunidad Europea los defendió, argumentando su completa inocencia.

Ahora bien, si la causa de este hecho fue la negligencia, se equivocaron pues cuatrocientas veces, algo totalmente indocumentado en la historia de la medicina moderna. Fueron incapaces de darse cuenta entonces de los instrumentos infectados, olvidaron todo procedimiento, dejaron de lado las preocupaciones básicas de asepsia e higiene, en resumen, no fueron profesionales de la salud. Nuevamente sorprende que en conjunto, colectivamente, cometieran estos errores. Su ética profesional desapareció en el primer descuido fatal, que conllevó a una avalancha de trágicas consecuencias.

De las dos posibles causas presentadas, se desprende que independientemente de las causas, estos “profesionales” son culpables. Culpables por comisión u omisión, pero culpables al fin. La comunidad Europea sugirió que era un complot del gobierno libanés para tapar las graves deficiencias del sistema de salud de su país. Pero esas deficiencias estaban en manos de cinco enfermeras, un médico y sus asistentes. Difícilmente ellos habrían tapado el hecho si sus principios de salud y compromisos morales con la vida ajena hubieran estado presentes en sus mentes y corazones. En vez de eso, mataron a centenares de niños, pues de cierto que morirán, dejando un legado de inseguridad y pena que perdurará por años.



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